Friday, September 16, 2016

Capítulo 1

Mayo o Junio del 2015, o por ahí. Una charla con German, en ese entonces mi profesor de Análisis Proyectual II, me motivaba a soñar. De esas charlas que se te agita un poco el corazón. De esas que te das cuenta cuanto te gusta lo que elegiste para tu vida. Ingeniería industrial, no. Técnico químico, no. Jugador de fútbol, no. Arquitectura. Y esto me remite a Sebastián, profesor que tuve en los cursillos de ingreso, quien me vio dubitativo y me invitó a abrirme, a contarle el porqué estaba ahí. Y esa fue la primer charla de tantas que me quedan por vivir. Cara a cara, con mucha humildad y pasión por la profesión. Ese día, cuando mi decisión oscilaba entre empezar a jugar en Central, y pelear por un sueño, o empezar arquitectura, y "sentar cabeza", fue el comienzo de algo. No se, seran los sueños como la energía, que no se pierde, sino que se transforma? Que se yo, la cuestión es que me encantó.

Pero bueno, volviendo a Mayo o Junio del 2015, a días del viaje programado a Toronto para visitar a mi familia, me volvía a casa entusiasmado, con muchas ganas. Y yo creo que todo este conjunto de motivadores que se me presentaron en los cortos 2 años y medio de carrera hasta ese entonces, sin descartar por supuesto a mi vieja, que es arquitecta y soñadora, fueron los que me llevaron a escribir los mails que escribí pocos días después, ya en Toronto. Google, best architectural firms of Toronto. Una lista con los supuestos "15 mejores". Un mail distinto a cada uno. Adjunto mis trabajos de la facu, mi historial, junto a un texto inocente. Claro, un Rosarino perdido en Toronto, que más puede perder? Fueron 2 o 3 horas intensas, donde me encontré sumergido por completo en los distintos mails redactados, en explorar cada uno de los estudios. Uno de ellos fue el que más me gustó, con el que más me identifiqué. Al día siguiente, tenía un mail en mi bandeja de entrada ofreciéndome una entrevista para la semana siguiente, y resultó ser del estudio que más me movió: Teeple Architects Inc. Nervios, emoción, incapacidad de poder dimensionar cuanto valía ese mail. Un mail!! Y nada, me compré una camisa, un pantalón, unos zapatos, y me tomé el subte. Llegué a un edificio de proporciones extrañas forrado de materiales más extraños. Entré y me recibieron dos perros. Pensé que había entrado al lugar equivocado, pero no. Me recibió una gentil secretaria preguntando por mi nombre. Me dio charla, me demostró su aprecio por Argentina y me sonrió todo el tiempo. Me sentí como en casa. Llegó el arquitecto que me invitó a la entrevista. Martin. El tiempo estipulado era de 15 minutos máximo, pero nos encontramos sumergidos en una charla acerca de la arquitectura innovadora, de los nuevos tipo de espacios con los que soñaban acompañados de materiales que reflejen exactamente sus ideales. Y los 15 minutos se transformaron en una hora y media. Palabras en inglés que ni yo sabía que sabía, como si hubiesen estado escondidas todo este tiempo, esperando el momento perfecto para salir a la luz. Subimos los 3 pisos del edificio. Me presentó a todos mis futuros compañeros. Me despidió con un halago, y una oferta de trabajo. Tembloroso, salí y no sabía de donde había venido. Me senté en un banco que encontré, me saqué los zapatos nuevos que tanto me molestaban y me quedé pensando. Qué carajo acababa de pasar? Creo que nunca lo voy a poder entender.

Pensar que elegí ir a una cátedra donde el jefe de la misma tuvo tanta influencia proveniente de no más de 400 kilómetros de distancia con respecto a esta ciudad (Michigan), o un poco más de 800 (Harvard), y que de alguna manera trajo de vuelta a un alumno, es algo que me come la cabeza. Peor todavía si pienso en mis nonos, 25 años atras, viajando a esta ciudad, peleando por un futuro mejor. Ellos vinieron hasta acá, mi vieja se quedó allá. Rois se vino por acá cerquita, yo elegí entrar a arquitectura 3 años más tarde de terminar mi secundaria, carrera a la que me había anotado los dos años anteriores (si entraba al año, no la habría podido cursar, ya que esa cátedra no existía), Rois volvió, yo me vine. Estar en el correcto lugar, en el exacto momento, es lo único que puedo decir. Suerte, destino, no se. Me quedo con ser un agradecido de haber encontrado lo que tanto me motiva, tanto me apasiona, y de poder compartir este lenguaje en común con los que se sienten de la misma manera. Me quedo con el hecho de nunca dejar de soñar. Después de todo, valió la pena la incesante búsqueda de lo que me apasionara, el sufrimiento y la desazón. El miedo a no saber si algún día lo encontraría. Puedo decir con certeza que si no lo hubiese buscado con tanto fervor, hoy no lo disfrutaría así.

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