5 meses. Voy por la mitad. No lo voy a negar, extraño un poco todo. Tampoco lo voy a negar, se me hacen pesadas las 12 horas diarias de trabajo. Nunca en mi vida trabajé (algo de lo que me arrepiento, debería haber arrancado antes), así como nunca viajé más de 15 minutos para llegar a destino. Hoy, trabajo 9 horas, camino 1, y viajo en tren otra más. Entre la ducha, el desayuno y preparar la mochila se hacen casi 12 horas. Y por más que uno disfrute lo que hace, el cansancio va subiendo, acumulándose de alguna manera. Y la tolerancia, bajando. El extrañar empieza a jugar un rol antagónico en toda esta historia. Es el malo que te hace aflojar, que te toca donde más te duele para desviarte. Ese que te pone a prueba, que te recuerda que no todo brilla. De todas maneras, si no hubiese sido por el viaje en tren, nunca me habría lanzado a escribir. O si no fuese por la distancia, tampoco habría podido abrir los ojos con tantas cosas que hace 5 meses atrás, no podía ver. O peor, ni se me cruzaban por la cabeza. Nuevas perspectivas, nuevos ojos para nuevas experiencias. Por más que las 9 horas se pasen volando, y que disfrute lo que hago, el cuerpo y la mente pueden aflojar un poquito a la hora de salir de la cama. Y es normal. Pero como siempre, uno anhela lo que no tiene. Que naturaleza tan difícil de comprender la de los humanos. Somos tan vulnerables a ciertas cosas, idealizamos tantas otras. Se hace difícil tener un balance. Siempre algo va a faltar.
Hoy es lunes, y vuelvo a trabajar luego de 9 días inactivo. Después de 10 días con mi vieja y hermana, recorriendo ciudades increíbles. Supongo que es normal que esté escogiendo estas palabras. O que esté sintiendo estas cosas. Romper la rutina no es fácil tampoco. El cuerpo tiene un ciclo, un relojito. Y se acostumbra. Le cambias un poco los esquemas y la cabeza queda medio aturdida, obnubilada. En pausa activa. A esto lo tomo como una prueba. Como cuando jugas de suplente. Podes volver a ser titular? Todo depende de vos, después de todo. Nadie más que vos va a poder vencer esos pensamientos negativos que no te dejan dar ese 1% más para llegar a la pelota y salvarla al borde de la línea. Para escuchar el pitazo y saber que hiciste las cosas bien, que te sentís conforme. Que dejaste todo.
Quién te iba a decir que 5 meses se iban a ir tan rápido. Así, de la nada. Es todo muy rápido. Creo que cada día se vive un micro segundo más rápido que el anterior. Así como la tecnología nos empuja a querer agilizarlo todo, a llegar más rápido a nuestros deseados destinos, me parece importante poder frenar un poco, y no sumergirme en este sistema al cual nos vemos abocados, sin darnos cuenta. Como esa comparación tan acertada entre libros y televisión. Como la última reemplazó a la primera, induciéndonos en un estado hipnótico. Donde creemos que ese estado pasivo es posible en todos nuestros aspectos de vida, y que todo está bien. Y de alguna manera te olvidas que el libro requiere muchísima más atención. Que no se puede hacer zapping con las hojas de papel. O que no tendría ningún sentido adelantarse a la historia. Esa atención que exige el libro, la comparo con la vida misma. Todos sumergidos en un transe acelerado donde nuestra cabeza se pierde en el zapping, y nuestro cuerpo pareciera dejarse llevar. Me parece necesario frenar de vez en cuando, al menos un poquito. Así como volves a leer un capítulo que no entendiste, o que te gustó mucho.
Esto de acá arriba lo escribí en el tren de ida. Y esto, en el de vuelta. Llegué y me pusieron a trabajar en un proyecto nuevo, prometedor. De golpe todas las dudas desaparecieron, el afloje se desvaneció. Fue reemplazado por el entusiasmo y la inspiración. Y la jornada laboral se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Lo lindo es que sigo pensando en como resolver este proyecto, como poder aportar mi granito de arena. De alguna manera, sigo trabajando. De eso se trata, no?
No comments:
Post a Comment